Los gobernadores de Jalisco, Enrique Alfaro, y de Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, acordaron solicitar con urgencia una reunión con el Presidente de la República, para buscar una solución al problema de la escasez de agua en ambos estados.
El Gobernador de Jalisco, siempre retador y cínico a la hora de repartir
culpas y desconocer las propias, afirma que: “Miles de tapatíos tuvieron que
enfrentar problemas de abasto de agua muy serios. O actuamos hoy para poder
resolver de fondo el problema o vamos a tener que pagar las consecuencias de
esta omisión que se ha tenido por parte de la autoridad federal en los próximos
años”. Como se aprecia en la cita de sus palabras, tomadas del periódico
tapatío El Informador, la culpa de la falta de agua en la zona conurbada de
Guadalajara sería del gobierno federal y el gobierno de Jalisco sería una pobre
víctima.
No le pueden pedir al Presidente que haga llover, pero probablemente
quieran plantear el caso del agua del río Lerma y sus presas, y del río Verde;
este último escurre de los Altos de Jalisco y se encuentra con el río Santiago
en el fondo de la barranca de Oblatos, al pie de Guadalajara. Aguas arriba se
construye la presa de El Zapotillo, que requiere una cortina de contención del
agua de más de cien metros de altura, lo que provocaría la inundación de los
pueblos de Temacapulín, Acasico y Palmarejo, ante la protesta de sus moradores,
quienes se oponen a ser desalojados. La presa de El Zapotillo daría agua a León
Guanajuato y, se dice, también a los Altos de Jalisco.
Hace cerca de cuatro décadas en un foro, convocado por el Senado de la
República, se escuchó la voz de especialistas en el tema del agua, recomendando
no permitir el crecimiento de ciudades en lugares en donde faltaba el agua. No
hubo oídos receptivos.
La primera administración panista de Jalisco, encabezada por el
Gobernador Alberto Cárdenas Jiménez, trazó planes para construir ciudades
alternas a Guadalajara, para detener el crecimiento urbano. De nuevo, solo
fueron palabras. Hoy los cinco municipios más populosos, que integran la zona
conurbada de Guadalajara, concentran 4,667,000 habitantes y desde hace meses les
falta el agua, hay tandeos y para el suministro de agua se ha tenido que
recurrir a utilizar pipas, también por tandas. Los gobiernos locales se cruzan
de brazos y esperan que la naturaleza o la mano celestial de López Obrador
resuelvan el problema.
A este gobernante desmemoriado debo recordarle que el nacimiento de agua
del parque Agua Azul desde hace tiempo fue canalizado al río San Juan de Dios,
en donde se recogen las aguas residuales.
Los veneros que nutren al lago del parque Tucson han mermado porque se
han sellado con casas y colonias la superficie de las lomas aledañas en donde
se filtraba el agua de lluvia.
Un venero conocido como El Chorrito, en Zapopan también fue canalizado
al caño.
Hacia el año de 1986, el Congreso del Estado de Jalisco emitió un decreto
para considerar como área protegida un extenso terreno que serviría para
filtrar el agua de lluvia al subsuelo; esta disposición tampoco fue respetada;
en esa área ahora se levantan edificios, colonias con casas majestuosas, grande
comercios, negocios, hospitales y el estadio 3 de Marzo de los Tecos de la
Universidad Autónoma de Guadalajara, entre otras construcciones y vialidades.
Un río de agua hirviendo que nacía en el bosque de La primavera, el
pulmón de Guadalajara, me aseguran, se ha secado.
La vegetación natural de las laderas de la barranca que aprisiona el
curso del río Santiago, paso a paso es talada para sembrar nopales, construir,
o cualquier otra cosa. El mismo río Santiago rebosa de espuma generada por los
desechos y la contaminación de la zona industrial, al oriente del área
metropolitana, que se vierten en sus aguas.
El Gobernador Alfaro debe enfrentar estos problemas en lugar de andar
buscando culpables en otras latitudes. Otro tanto se podría exigir al
gobernador panista de Guanajuato, ya que la ciudad de León Guanajuato ya está
creciendo en el territorio de Jalisco, pero sigue promoviendo a su entidad como
polo atractivo para la inversión extranjera, lo que demanda el suministro de
agua que buscan en Jalisco. Exigir la inundación de Temacapulín, Acasico y
Palmarejo, para subsanar la corrupción de las administraciones panistas,
priistas y emecistas, es un crimen endosado a los habitantes de las urbes
sedientas que solo beneficia a los intereses empresariales y sus representantes
políticos.