Amigas y amigos:
Pensando en la
transformación del país y con miras al 2012, debemos elaborar a la luz de los
recientes acontecimientos nacionales e internacionales, el nuevo Proyecto
Alternativo de Nación. Esta tarea será coordinada por la Comisión que se creó
con ese propósito, integrada por Ignacio Marván, Luciano Concheiro, Rogelio
Ramírez de la O, Héctor Díaz Polanco, José María Pérez Gay, Víctor Manuel
Toledo y Bolívar Echeverría. La idea es que después de una amplia consulta de
análisis y reflexión, se tenga un documento definitivo a más tardar en junio
del 2010.
Aunque estoy
conciente de que son muchos los temas que se tendrán que abordar, considero que
hay diez postulados básicos:
1. Rescatar al
Estado y ponerlo al servicio del pueblo y de la nación. Reitero mi convicción
esencial: El Estado se encuentra secuestrado por una minoría y ésta es la causa
principal del desastre nacional. En nuestro país existe una República aparente,
simulada, falsa. Hay poderes constitucionales pero, en los hechos, un grupo ha
confiscado todos los poderes. Por eso, lo primero debe ser recuperar
democráticamente al Estado y una vez logrado este propósito, reintegrar las
riquezas y los bienes públicos que han sido entregados o concesionados
ilegalmente, a través de reglamentos o leyes secundarias que en ningún caso
pueden estar por encima del principio constitucional que señala el dominio
directo de la nación sobre los recursos naturales del país. Este procedimiento
debe aplicarse fundamentalmente en los casos de la minería, la industria
eléctrica y el petróleo.
2. Democratizar
los medios masivos de comunicación. Es inaceptable que un pequeño grupo posea
el control de la televisión y de la radio, y administren la ignorancia en el
país en función de sus intereses. Que quede claro: no hablamos de expropiación,
sino de que el Estado cumpla el mandato constitucional de garantizar el derecho
a la información. Para ello no hace falta eliminar el régimen de concesiones,
ni crear una excesiva reglamentación y muchos menos optar por la censura, lo
más eficaz es lograr la democratización de los medios, evitando el monopolio y
auspiciando la libre competencia. Para ser más claros: Que hayan todos los
canales de televisión o estaciones de radio que sean técnicamente posibles, con
absoluta libertad, sólo impidiendo que se concentren en unas cuantas manos como
sucede actualmente.
3. Crear una
nueva economía. Hay que cambiar la actual política económica que ni en términos
cuantitativos ha dado resultados. México es uno de los países del mundo con
menos crecimiento en los últimos años. La nueva política económica debe ser
conducida por el Estado. Debe impedirse la injerencia de gobiernos extranjeros
y de organismos financieros internacionales. El Estado debe recuperar su facultad
para planear el desarrollo de acuerdo con el interés nacional. Hay que hacer a
un lado la especulación financiera y enfocar todos nuestros esfuerzos a la
economía real, a trabajar y producir los bienes que necesitamos. Sin producción
no hay empleos, industrias, consumo, mercado, bienestar colectivo, ni economía
poderosa, ni nación soberana.
4. Combatir las
prácticas monopólicas. El artículo 28 de la Constitución prohíbe los monopolios
y el Estado debe garantizar que esta norma se cumpla porque hoy es letra
muerta. En México hay grandes monopolios vinculados al poder que encarecen
bienes y servicios, dañando la economía de sectores populares y de las clases
medias, a pequeños y medianos productores, empresarios y comerciantes, que se
ven obligados a comprar insumos a precios exagerados.
Es inaceptable,
por ejemplo, que los mexicanos paguemos por el cemento gris 146 por ciento más
que los estadunidenses; 17 por ciento más por teléfono de línea fija; 240 por
ciento más por llamadas de larga distancia nacional; 256 por ciento más por
electricidad residencial de alto consumo; 52 por ciento más por electricidad de
alta tensión; 185 por ciento más por la tarjeta de crédito; 309 por ciento más
por televisión por cable; 145 por ciento más por Internet de banda ancha; 176
por ciento más por crédito a la vivienda. Y todo ello, a pesar de que el
salario mínimo en México es nueve veces menor que en estados Unidos.
En este país
pobre se paga más que en las naciones ricas y con peores condiciones de
servicio. No podemos permitir que esto siga ocurriendo.
Insistimos en
que mientras no evitemos los precios exagerados por empresas que operan en
nichos protegidos, México no podrá competir con otros países ni habrá nuevos
empleos y, a la larga, tampoco habrá oportunidades para las nuevas
generaciones.
Aquí recuerdo
que en noviembre del año pasado propusimos al Senado la aprobación de una ley
de precios competitivos con la cuál los consumidores lograrían ahorros entre el
10 y el 18 por ciento de sus ingresos. Sin embargo, este proyecto está detenido
porque los legisladores del PRI y del PAN no son realmente representantes
populares sino que están al servicio de los potentados.
5. Abolir los
privilegios fiscales. En los últimos días, se confirmó lo que hemos venido
sosteniendo: desde la época de Luis Echeverría se celebró un pacto secreto
entre el poder político y el poder económico que se ha ampliado y ratificado
sexenio tras sexenio. El acuerdo consiste en conceder a los grandes empresarios
y banqueros, el privilegio de no pagar o de devolverles los impuestos.
Inclusive, hace unos días Calderón tuvo que reconocerlo cuando dijo que “las
empresas que más ganan, rara vez, muy rara vez, pagan impuestos”.
Pero no basta
con la denuncia. Es necesario aprobar una reforma fiscal progresiva. Es decir,
que paguen más los que tienen más.
En México, a la
inmensa desigualdad social y económica, tenemos que sumarle la injusticia fiscal,
ya que la mayor parte de las contribuciones recaen en los trabajadores
asalariados, los profesionistas, los pequeños y medianos empresarios y
comerciantes.
Debe buscarse
que, al menos, las grandes corporaciones que operan en México y los más ricos del
país, paguen impuestos en la misma proporción que lo hacen sus similares en
países desarrollados o de las llamadas economías emergentes.
6. Ejercer la
política como imperativo ético y llevar a la práctica la austeridad
republicana. Es necesario cambiar la forma de hacer política. Este noble oficio
se ha pervertido por completo. Hoy la política es sinónimo de engaño, arreglos
cupulares y corrupción. Por eso es urgente darle un nuevo sentido al quehacer
político, imprimiéndole convicciones y principios. Quienes se dediquen a esta
actividad deben entender que el poder sólo tiene sentido y se convierte en
virtud, cuando se pone al servicio de los demás.
También hay que
hacer valer el principio de austeridad republicana; retomar el ejemplo de
Juárez y los liberales: el apego al criterio de la justa medianía en que deben
vivir los servidores públicos. Nada de sueldos onerosos y ofensivos, ni
flotillas de aviones y helicópteros al servicio de la llamada clase gobernante.
Debe revisarse todo el funcionamiento del gobierno para eliminar los gastos
improductivos, el derroche y los privilegios. Actualmente, le cuesta mucho al
pueblo mantener al gobierno.
7. Fortalecer al
sector energético. Es urgente detener la terrible crisis que se avecina por la
caída en la producción petrolera y la salida de divisas para comprar gasolinas
y otros derivados en el extranjero.
El manejo de
Pemex, como hemos venido insistiendo, se ha caracterizado por el vandalismo y
la irracionalidad. Hay que limpiar a Pemex de corrupción. No es posible que se
sigan otorgando contratos millonarios sólo en beneficio de empresas extranjeras
y de políticos corruptos. Tal es el caso de proyectos como los de la Cuenca de
Burgos o de Chicontepec, donde no se ha logrado producir más gas ni más petróleo,
pero sí se ha causado un gran daño al patrimonio nacional.
Por otro lado,
se continúa con la sobreexplotación de los yacimientos para exportar petróleo
crudo, sin reponer reservas.
Por esta causa,
de 2004 a la fecha, se han dejado de producir 774 mil barriles diarios. Es
decir, ahora producimos 2 millones 600 mil barriles al día y de seguir esta
tendencia, en cuatro años apenas se estarán extrayendo 2 millones de barriles,
que sólo alcanzarían para cubrir la demanda interna; con el agravante de que por
la falta de refinerías y por el abandono a las plantas petroquímicas,
seguiríamos vendiendo crudo y dependiendo por completo de la importación de
gasolinas y otros petrolíferos.
Por eso, debemos
insistir en modificar radicalmente la actual política petrolera. Es urgente
recuperar la administración de Pemex, invertir en exploración e iniciar de
inmediato la construcción de tres grandes refinerías para dejar de importar el
40 por ciento de las gasolinas que consumimos. El objetivo principal debe ser
industrializar la materia prima y ya no vender ni un solo barril de petróleo
crudo al extranjero, para generar empleos y utilidades en beneficio de los
mexicanos.
8. Alcanzar la
soberanía alimentaria. Desde 1983 se dejó sin apoyo al sector agropecuario y se
optó absurdamente por comprar los alimentos que consumimos en el exterior.
Ahora, en consecuencia, hay tierras ociosas, potreros abandonados, se ha
despoblado el medio rural y millones de mexicanos han tenido que emigrar.
Este año para la
compra de alimentos en el extranjero, se destinarán 16 mil millones de dólares.
La mayor parte es maíz, frijol, arroz, leche, carne de res, de cerdo y desechos
de pollo, que podríamos producir en el país.
Asimismo, debe
fortalecerse la agricultura de autoconsumo de la que dependen millones de
indígenas y campesinos pobres. Además, es donde se conservan semillas orgánicas
y variedades de maíz que forman parte de la gran riqueza genética de México. No
al maíz transgénico.
9. Establecer el
Estado de bienestar. Hay que proteger a los pobres, a los débiles y olvidados
ante la desigualdad social, la incertidumbre económica y otras calamidades.
Debe garantizarse el derecho a la educación, al trabajo, a la salud, a la
alimentación y a la vivienda.
Es necesario
seguir insistiendo hasta lograr la pensión universal para los adultos mayores
del país; el otorgamiento de becas a todos los discapacitados pobres; y la
atención médica y los medicamentos gratuitos para la mitad de los mexicanos que
no cuentan con seguridad social.
La solidaridad
con los desposeídos no sólo es un asunto de justicia, es la manera más eficaz,
más humana y más barata para garantizar la tranquilidad y la seguridad pública.
Por eso reiteramos que por el bien de todos, primero los pobres.
10. Promover una
nueva corriente de pensamiento. La transformación que necesita el país no sólo
debe tener como propósito alcanzar el crecimiento económico, la democracia, el
desarrollo y el bienestar. Implica también y sobre todo, cristalizar una nueva
corriente de pensamiento sustentada en la cultura de nuestro pueblo, en su
vocación de trabajo y en su inmensa bondad; añadiendo valores como el de la
tolerancia, la solidaridad, el respeto a la diversidad y la protección del
medio ambiente. Hay que alentar un pensamiento que ayude a impedir el
predominio del dinero, del engaño, de la corrupción y del afán de lucro, sobre
la dignidad, la verdad, la moral y el amor al prójimo.
(Fragmento del
discurso de Andrés Manuel López Obrador el 22 de noviembre en el zócalo de la
ciudad de México).