Hoy 28 de marzo una de esas casas
encuestadoras sobre pedido llamó a mi teléfono en Guadalajara. Una voz melosa,
que por el timbre parece de una mujer joven, me cuestionó si deseaba contestar
unas preguntas sin decir quién era o para qué quería interrogarme. Le
contrapregunté de quién se trataba y solo entonces me respondió: es para
Consulta Ciudadana. Aunque el nombre me resultó desconocido y no confío en
absoluto en las empresas encuestadoras decidí responder algunas de sus
inquietudes, pensando que tan falsas son las desconocidas como las conocidas.
Comenzó por clasificarme según mi edad y le contesté.
Quiso saber mi opinión sobre los tres candidatos presidenciales
visibles y si conocía a Enrique Peña Nieto.
Tratando de llevar agua al molino del candidato de Televisa
preguntó por qué candidato presidencial votaría, reseñando su obra de gobierno
en el Estado de México; en el caso de López Obrador quiso saber por cuál de los
tres partidos lo haría, de elegir esa opción. Le di una respuesta precisa.
Enseguida me preguntó qué opinión tenía sobre el joven galán de
Destilando Gel, resaltando otra vez todos sus logros como Gobernadordel Estado
de México, de forma tal de que si eran tan buenas sus acciones como gobernante
no me dejaba más opción que decirle que muy buena, o pasar por un resentido que
ni siquiera era capaz de reconocer su excelente obra de gobierno.
En algún momento preguntó si prefería un gobernante que pusiera
orden, de nueva cuenta no se le podía contestar otra cosa, no le podría decir que
preferiría el desorden, lo cual seguramente será interpretado por los analistas
del PRI diciendo que la encuesta arrojó un amplio respaldo a Peña Nieto para
realizar esa tarea en que ha fracasado el PAN.
Continuó resaltando la obra de Peña Nieto en el Estado de México,
los kilómetros de carreteras y puentes construidos, su aporte inestimable a la
seguridad pública, su obra educativa –cosa jocosa en un egresado de la
universidad del Opus Dei que solo puede recordar el nombre de La Biblia como
único libro consultado—y una larga lista de supuestas obras realizadas.
Prosiguió interrogando con preguntas de una sola respuesta como
¿Prefieres un candidato que cumpla sus promesas? Y luego me atosiga con los
compromisos cumplidos por el bebesaurio priista. Ésta -como algunas de las
otras preguntas- parece buscar medir el efecto de la propaganda, con que
previamente han bombardeado a los habitantes de este maltratado país.
En fin, a esa altura ya había recitado todos los informes de su
jefe y aún había más.
Me reinterrogó sobre mi conocimiento de los candidatos
presidenciales, y volvió a preguntar por quién votaría, pero ahora sólo
mencionó al PRD entre las opciones para quienes se decidieran por López
Obrador.
Pero no era todo, volvió a la carga sobre las obras realizadas en
el gobierno de Peña Nieto en el Estado de México y me dio los años precisos en
qué fue gobernante, pero se quedó esperando que le dijera que me había
convencido y que mi voto sería para el candidato que le paga su encuesta. ¡Ah!
Por cierto, para terminar mencionó entre las opciones al candidato del partido
propiedad de Elba Esther Gordillo.
Al final de la encuesta-inducción me asaltaron varias dudas:
¿Están tan desesperados los priistas para ordenar este tipo de encuestas?
¿Tienen datos reales indicando que las preferencias van mal? ¿Quieren sembrar
la idea de que la única opción es votar por el copetón para regresar el parque
jurásico a Los Pinos? ¿Así han sido todas las encuestas que lo ubican como
puntero? ¿Quieren dar el descontón iniciando la campaña electoral, que ya está
a la vuelta de la esquina, con un encuestazo que diga que Peña Nieto no ha
bajado un solo peldaño? Aquí la idea sería que el que pega primero pega dos
veces, y luego tendríamos a los periquitos de los medios repitiendo lo bien que
va el señor Gavioto. Me inclino por la última junto con todas las demás..