El PRI cambia sus principios dice su
dirigente formal y repite el nefasto político Manlio Fabio Beltrones. Si a los
dueños del dinero no le gustan mis principios tengo otros dirían los priistas
parafraseando al comediante Groucho Marx. La corrupción de los gobiernos siempre
comienza por la corrupción de los principios decía Platón y reconocía
Montesquieu. Cabe aclarar, el PRI es una banda corrupta y corruptora desde su
nacimiento, ahora sólo lo reconoce.
La corrupción es el mal de la república,
engendro de la oligarquía que hoy domina en México, mediante la tiranía que
dice gobernar al país. El régimen político despótico se propone cambiar los
principios del cartel-partido para no contradecirse -¡cuánta congruencia!- con
la reforma que se propone realizar en breve de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos y de sus leyes, o con la reforma nada más de éstas si
los votos en el Congreso de la Simulación no le alcanzan para modificar la
Constitución. En México la aprobación de leyes inconstitucionales es cosa de
todos los días. La tarea encargada por la oligarquía al cartel-partido y su
gobierno es privatizar el petróleo sin tocar a PEMEX, o tocándolo si su
voracidad lo requiere.
Lo expresan claramente y los doctos de la
política simulan no entender: el aumento del Impuesto al Valor Agregado (IVA)
es para resarcir, en parte, los ingresos que el gobierno deje de percibir por
la disminución de las aportaciones de la empresa pública Petróleos Mexicanos,
cosa que podemos esperar: por la competencia de las empresas privadas que le
disputen la explotación del petróleo. ¿Son estas las medidas que el país
necesita como afirman los loros de la política? Desde luego que no, los
caponeros de la clase política corrupta solo buscan formar parte de las
empresas privadas que exploten el petróleo, seguramente extranjeras, siempre
existe lugar en ellas para los sujetos que manejan los hilos del bajo mundo de
la política en el país. Si el incremento al IVA no es suficiente tienen a la
mano el recurso de incrementar el Impuesto Sobre la Renta (ISR), eximiendo
claro está a la oligarquía político-empresarial que también simula estar
dedicada nada más a los negocios.