Sergio Romano es una persona con acceso a los
micrófonos de la radio y la Televisión en Hermosillo Sonora, que se dice
historiador y periodista. No voy a discutir qué clase de periodista pueda ser,
si se le puede considerar como tal, pero está muy lejos de ser un historiador.
Para ser historiador la primera regla es no mentir, y el señor Romano suelta a
borbotones una cadena de juicios difíciles de comprobar o de plano falsos;
confunde fechas, acontecimientos, protagonistas, inventa hechos y no contribuye
a elevar el nivel de la cultura política de los sonorenses, aunque se dice muy
preocupado por la falta de cultura de este pueblo que ha tolerado durante años
sus juicios mendaces. Lo más lamentable es que se dedique a difamar a personas
con una vida pública poco común en México.
Hoy por la mañana lo escuché escupir una
serie de mentiras y calumnias contra Andrés Manuel López Obrador, el personaje
político que más preocupa a los dueños del país. No puedo retener todas las
barbaridades que impunemente soltó al aire el señor Romano, pero recuerdo las
siguientes:
1) Se fue del PRI
cuando no le dieron la candidatura de ese partido a Gobernador de Tabasco, la
cual se otorgó a Roberto Madrazo. FALSO. Desde 1988 formó parte del Frente que
impulsó a Cuauhtémoc Cárdenas a la presidencia de la república; el contrincante
de Cárdenas fue Carlos Salinas por el PRI. Madrazo contendió por la gubernatura
de Tabasco hasta seis años después y López Obrador fue candidato por el PRD,
partido al que pertenecía desde su fundación en 1989.
2) Lo acusa de los malos manejos de un tal Ponce y un tal Bejarano
que fueron a dar a la cárcel, sin que se pudiera implicar a López Obrador.
Romano se suma a la campaña de calumnias emprendida por Televisa, el PAN, el
entonces Presidente Vicente Fox, Carlos Salinas de Gortari, y grupos de empresarios
eternamente favorecidos por las decisiones oficiales.
3) Romano afirma que en la construcción del segundo piso en las
vialidades de la ciudad de México, durante su gestión como Jefe de Gobierno del
Distrito Federal, hubo malos manejos, sin preocuparse por mostrar pruebas de
sus afirmaciones. Esa ha sido la propaganda del PRI y del PAN para difamar al
señor López Obrador; si hubiera sido cierto, habría sido un manjar para los
difamadores profesionales de la derecha política y empresarial que ha sumido al
país en el caos.
4) Según el “periodista” crítico con López Obrador y obsecuente con
los políticos del partido en el gobierno, en las elecciones presidenciales de
2006 y 2012 no hubo fraudes, no obstante que sobran las pruebas que han
demostrado como se alteró la voluntad popular, algunas incluso reconocidas por
los propios protagonistas.
5) No soy un seguidor acucioso de la trayectoria política del señor
López Obrador, pero en una búsqueda somera en las aguas políticas poco
profundas, no he encontrado que alguna vez haya sido diputado. Desconozco si el
político tabasqueño posee la casota en la ciudad de México que dice Romano; si
la tiene y su obtención fuera mal habida, es obligación del “periodista”
formular la denuncia y aportar las pruebas que le permiten hablar con tanta
suficiencia.
6) Conciliar las actividades de historiador y de político siempre ha
sido una tarea complicada; para hacerlo se requiere separar la pasión, los
compromisos y los intereses personales, de los acontecimientos reales que uno
formula como hechos. El político puede tener compromisos con sus
correligionarios y/o con quién le paga, y entonces se convierte en un
propagandista y en un empleado de otros. El historiador nada más tiene
compromiso con la verdad.
7) En suma, Sergio Romano está muy lejos de ser un historiador pero,
si es, en cambio, propagandista y agitador del Partido Reaccionario
Internacional (PRI), partido al cual públicamente ha reconocido pertenecer.