El Presidente Andrés Manuel López
Obrador ha dicho en días pasados que ningún paciente afectado por covid-19 debe
quedar sin una cama y un ventilador, si los necesita. Contrario a este criterio
humanista un “Comité de la Comisión Consultiva Científica” del Consejo de
Salubridad General, elaboró un documento denominado: “Guía Bioética de
Asignación de Recursos de Medicina Crítica”, del cual se deslindó la UNAM, aduciendo
cuestiones normativas.
El Dr. José Ignacio Santos
Preciado, Secretario del Consejo de Salubridad General, entrevistado por Carmen
Aristegui, afirma que “la guía está bien fundamentada” y que “asume la
responsabilidad” de ese “borrador”. En dicho documento se prioriza la vida de
una persona joven sobre la de un adulto mayor, se trata de un criterio utilitarista que no me es ajeno en
absoluto y, que desde hace décadas practican en la medicina pública del país
muchos médicos. Hace muchos años un nefrólogo de apellido Fernández de Castro,
del Hospital Valentín Gómez Farías del ISSSTE en Zapopan Jalisco, me dijo que no
podían atender a mi señora madre en la forma que necesitaba, porque: “no era
productiva”. ¡No era productiva a
los 58 años! Desde luego, le refuté su criterio y acompañado de un hermano nos
trasladamos de inmediato a la oficina del Director, encontramos al Subdirector,
quien era un político mañoso que desautorizó a su médico, pero obviamente no
hicieron nada por salvarle la vida.
Esa tragedia, ocurrida cuando era
muy joven, me condujo a tomar con mucho cuidado las decisiones de los médicos que
aplican tales criterios “bioéticos” en la atención de sus “pacientes”, porque
en realidad son tecnócratas del mismo tipo de los economistas que asolaron el país
por más de tres décadas y cuyas decisiones todavía padecemos.
El criterio de los autores de la
Guía coincide con el utilitarismo de Jeremy Bentham (1748-1832) y John Stuart
Mill (1806-1873) que reza: lo bueno consiste en el mayor bien para el mayor
número. Bentham, trató de cuantificar y cualificar el bien. Los bioéticos en
cuestión también lo han cualificado: lo bueno consiste en salvar a los más
jóvenes.
El Presidente no puede dejar
estas decisiones en manos de médicos tecnócratas, insensibles al dolor humano,
y debe imponer su criterio humanista en todo el país, pues la mayor parte de
los gobernadores y sus secretarios de salud no son confiables: atender a todos por
igual con los mejores recursos de que se disponga, debe ser la consigna.